Shirley MacLaine y Jack Lemmon

Todos deberíamos, estrellas de Hollywood o no, tener la chance de estampar nuestras manos en cemento fresco. Imagino ceremoniosamente el acto, como una sensación insuperable, o superada por pocas. Pensaré por un momento que este blog va de cemento fresco, y que cada posteo que ingreso imprime algún tipo de trascendencia o huella, al menos para mi propia existencia. Quien ingrese a este blog no puedo conocer exactamente qué sensaciones se lleve; sí puedo contar que quien ingrese a mi modesto apartamento, en efecto, podrá notar poco: buen sentido del espacio; armonía en el color y los objetos; a veces música saliendo de algún tipo de aparato y luz amplia en la ventana; la computadora encendida; nada a medio preparar en la cocina; adecuada escasez de repisas; rastros en el aire del perfume de un sahumerio; ordenada dispersión de material de estudio y lectura; mi cama single bastante desecha; algún artilugio lúdico -sea un yoyo, balero, juego de naipes o tablero de backgammon; una taza de mate cocido en camino; algunos almohadones y cestería de mimbre; ningún accesorio suntuoso ni falsos lujos... y, prolijamente enmarcadas en algún sitio, un par de poesías. Cada apartamento, aún dentro de un mismo edificio, es único y lo es cada vez que renace con nuevos habitantes. De hecho, creo que existen tan variados apartamentos, como personas en ellos y sus ciudades; y si reparo en la anterior enumeración descriptiva del mío, no dista tanto de la descripción que pudiera componer sobre este mismo blog. Incluso hubo un apartamento que motivó un guión y rodaje completos. Fue en 1960, bajo la dirección de Billy Wilder, con las figuras de Jack Lemmon y Shirley MacLaine, en una de las comedias dramáticas más favoritas de todos los tiempos, porque cuando hablaba de apartamentos, no me refería a cuatro paredes y detalles secundarios en los ambientes que éstas circundan, sino a la expresión y testimonio que contienen en su universo, como una extensión, sino la vida misma de sus habitantes, sus miserias, sus miedos y conflictos, como también sus sueños, impresiones de manos y rebeldías.

 

Sinopsis FILMAFFINITY
C.C. Baxter (Jack Lemmon) es un modesto pero ambicioso empleado de una compañía de seguros de Manhattan. Está soltero y vive solo en un discreto apartamento que presta ocasionalmente a sus superiores para sus citas amorosas. Tiene la esperanza de que estos favores le sirvan para mejorar su posición en la empresa. Pero la situación cambia cuando se enamora de una ascensorista (Shirley MacLaine) que resulta ser la amante de uno de los jefes que usan su apartamento (Fred MacMurray).