AL RENCOR - Silvina Ocampo
No vengas, te conjuro, con tus piedras;
con tu vetusto
horror con tu consejo;
con tu escudo brillante con tu espejo;
con tu
verdor insólito de hiedras.
En aquel árbol la torcaza es mía;
no
cubras con tus gritos su canción;
me conmueve, me llega al
corazón,
repudia el mármol de tu mano fría.
Te reconozco siempre. No,
no vengas.
Prometí no mirar tu aviesa cara
cada vez que lloré sola en tu
avara
desolación. Y si de mí te vengas,
que épica sea al menos tu
venganza
y no cobarde, oscura, impenitente,
agazapada en cada sombra
ausente,
fingiendo que jamás hiere tu lanza.
Entre rosas, jazmines que
envenenas,
¿por qué no te ultimé yo en mi otra vida?
Haz brotar sangre al
menos de mi herida,
que estoy cansada de morir apenas.
Como morar no centro de São Paulo
Hace 5 años
No hay comentarios :
Publicar un comentario