Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Todos
saben que vivo,
que soy malo; y no saben
del diciembre de ese
enero.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Hay un
vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un
silencio
que habló a flor de fuego.
Yo nací un día
que Díos estuvo
enfermo.
Hermano, escucha, escucha...
Bueno. Y que no me vaya
sin
llevar diciembres,
sin dejar eneros.
Pues yo nací un día
que Díos
estuvo enfermo.
Todos saben que vivo,
que mastico... Y no saben
por
qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de féretro,
luyidos
vientos
desenroscados de la Esfinge
preguntona del Desierto.
Todos
saben... Y no saben
que la luz es tísica,
y la Sombra gorda...
Y no
saben que el Misterio sintetiza...
que él es la joroba
musical y triste
que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las
Lindes.
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.
Espergesia
César Vallejo
27 de abril de 2013
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