Sus caricias alivian,
como besos de su mano tibia,
delatando a una abuela
que a su niña consuela.
Sus cándidos ojos verdes,
arropados por cristales,
su falda con delantales,
en el patio y la cocina,
De melancólica sonrisa,
de buena y dócil mirada,
con su cabellera nevada,
redorada por la brisa.
Su memoria con abrigo de lana,
se retrata en el alma y la repisa,
que ahora, angelical guardiana,
atesora en paz, esta nieta que ama.
Por Piaconecta
piaconecta@hotmail.com
Fecha elaboración: 27/02/1997
Fecha última corrección: 23/11/2013
Como diría algún poeta, no fue ausencia,
sino un cambio de presencia.
23 de noviembre de 2013
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
No hay comentarios :
Publicar un comentario